miércoles, 23 de septiembre de 2009

LLEGA LA MIGRA

En las plantaciones de kiwi te das cuenta que no todas las personas con las que trabajas son viajeros que quieren conocer el mundo o mejorar su inglés, la mayoría de personas son isleños que vienen en busca de mejores oportunidades de vida y que envían dinero a sus familia para, en el mejor de los casos, terminar trayéndolas para ofrecer a sus hijos educación y un mejor futuro al que en sus tierras natales parecería casi imposible a aspirar.

En todos lados se cuecen habas y aquí no es la excepción. Los contratistas traen a los isleños en condiciones casi de esclavitud ya que no tienen acceso a los permisos de trabajos como nosotros. Ellos necesitan la carta del patrón en donde expresamente diga que están contratados para un trabajo determinado y esas son las puertas a una vida mejor y los patrones lo saben. Los traen con promesas de dar esas cartas después de tres meses de "prueba". Los meten en una casa que está dentro de las plantaciones donde los hacinan y les dan comida por 12 horas diaria durante tres meses con falsas esperanzas y sin pagarles un solo dólar, lo que a todas luces es lo mas ilegal y viejo de este mundo.

Un día cualquiera, como en los campos de pisca en EEUU, llegaron por todos los flancos la policía acompañada de migración y gente del departamento de Labour y sin más ni más como ratas isleñas salieron todos corriendo despavoridos entre los matorrales y cruzando a través de las paredes de pinos que separan los campos de kiwi, obvio seguidos de cerca por lo mejores corredores de la policía en una de las escenas mas cómicas, desiguales y tristes que he presenciado jamás.

Desde luego los enviaron de regreso a sus islas matando con ellos las ilusi
ones de una vida mejor para sus familias. A los responsables, no gran cosa como es costumbre. Estoy seguro, después traerán a otros y eso seguirá como ha sido siempre. Vivir eso tan de cerca me hizo meditar que en mi país hay gente que ha vivido lo mismo y que lo vuelven a intentar arriesgando a veces sus vidas con ello. Así como cualquier cantidad de injusticias que ocurren en la frontera norte y sur de México. Aquel pensamiento convirtió la escena en más triste, más desigual y mucho menos cómica. Todo depende desde que lado de la frontera lo observes por supuesto...

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