Pasamos a ser inmobiliario de la casa, ahora formamos parte del inventario como los sillones o el comedor. La gente entraba y salía y nosotros seguíamos como anclados a la alfombra sin saber ni para donde y con la vaga esperanza de que Juan Pablo nos diera trabajo… todos nuestros huevos en esa canasta. La gente nos veía con recelo cuando se iban a trabajar y al volver estábamos en la misma posición pero un poco mas acabados, más viejos quizá, mas desilusionados, nuestras esperanzas mas marchitas y nuestros sueños más lejanos… la barba mas crecida y las ojeras más pronunciadas… creían que estábamos dejados a la vida, que nuestra suerte estaba echada pero no, en realidad estábamos esperando, esperando respuestas, nos dedicamos a buscar contactos de contratistas que trabajaran en el campo en las plantaciones del kiwi ya que ahora era la temporada de poda pero para eso se necesitaba además de contactos, experiencia y herramientas, y nosotros no teníamos más que mentiras para tratar de conseguir algo que nos permitiera ganar algunos de los kilos perdidos en esta batalla de sobrevivencia.
Mensajeábamos por el celular a cuanta gente nos decían que podía tener algo, sin importar nacionalidad, actividad laboral o reputación. Buscamos en los periódicos, fuimos a las empacadoras de kiwi pero igual no recibimos más que una patada en la raja, y acá los hombres usan casco de acero y las mujeres huuuuuy ni les cuento que zapatos están de moda, yo ya hasta las muelas tengo flojas… o picadas… de hecho la otra vez me preguntaba cuando había sido la última vez que comí Nutela que aun la traigo en las muelas.
Salimos también con nuestros mejores trapos a ir de tienda en tienda de restaurant en restaurant, supermercados, el puerto, y cuanta cosa empleara gente. Le tirábamos a lo mas raspado posible no crean que nos íbamos a las joyerías, los bancos o las agencias de coches más bien escogíamos algo mas ad hoc a nuestro “low-profile” más bien como cantinas de mala muerte, los supermercados más baratos y los barcos que pareciera que se hundirían pronto, no los que pescaran salmón!
El que busca encuentra y el que persevera alcanza se los digo yo. Los de abajo tienen una ventaja grande… nada que perder, ni siquiera orgullo que salga lastimado o egos heridos, esos son lujos que a veces uno no puede darse, y eso te permite seguir bajando hasta pescar algo grande… o a veces no tanto. Después eso lo aprendes y las cosas ya se resbalan solas, te haces inmune a lo rechazos. Uno de los contratistas nos regresó el mensaje preguntando que si teníamos experiencia y herramientas y obvio no, digo obvio si, digo que no teníamos pero que dijimos que sí. Juan Pablo nada más nos daba largas y parecía ser el más interesado en que consiguiéramos algo, extrañamente nos decía nosotros empezamos pasado mañana a trabajar y ustedes están ya seguros ahí, de hecho los necesitamos pero sálganse toda la tarde a buscar trabajo (después lo entendería)…
Fuimos un día de entrenamiento con ellos al prometido trabajo que después sería nuestro solo para no llegar como gato lampareado con el contractor que nos había citado para el día siguiente. Nos prestaron herramienta y lo más importante nos inspiraron una seguridad inigualable, esa seguridad testaruda que los chilenos suelen tener.
Al otro día, renovados de ilusiones y de incertidumbre nos presentamos a trabajar con puros indios, maorís y chinos o sea lo último en la cadena alimenticia (no porque sean menos que los demás sino porque se comen los restos).
La regué lo admito fue un error, me disculpo, toda mi responsabilidad de nadie más. Me pusieron a cortar unas ramas para ver como lo hacía y sin idea de que hacer corté una rama buena y que me grita el indio culeao y hasta me levanta la mano jajajajaja en cualquier otro momento de mi vida le hubiera regresado un revés a la Bruce Lee, pero ya sin nada que perder preferí conservar el trabajo (y el los dientes) aunque nos cambiaron las tijeras por una bolsa de clips para amarrar las ramas a los alambres por un sueldo desconocido 8 horas y media al día conservamos el trabajo.
-Jarry op jarry op gays jarry op por 8 horas y media al día en el oído fue mi primer empleo en Nueva Zelanda. Cagado de un frio que corta la piel y cala hasta los huesos por el piso escarchado a unos 0 grados. Los pies y manos doliendo insoportablemente. La nariz goteando, el cuello hecho pedazos y los brazos, hombros y espalda completamente molidos fue lo que sacábamos al final de la jornada.
Cuando nos decían que el trabajo era durísimo no exageraban, llegaba no solo física sino psicológicamente destruido a casa pero pues sin nada que perder era todo ganancia. Cuando pensabamos que podríamos con ello no nos equivocamos ya que al fin y al cabo todos sabemos que NO HAY MAL QUE DURE 100 AÑOS… ni cuerpo que lo resista.
Mensajeábamos por el celular a cuanta gente nos decían que podía tener algo, sin importar nacionalidad, actividad laboral o reputación. Buscamos en los periódicos, fuimos a las empacadoras de kiwi pero igual no recibimos más que una patada en la raja, y acá los hombres usan casco de acero y las mujeres huuuuuy ni les cuento que zapatos están de moda, yo ya hasta las muelas tengo flojas… o picadas… de hecho la otra vez me preguntaba cuando había sido la última vez que comí Nutela que aun la traigo en las muelas.
Salimos también con nuestros mejores trapos a ir de tienda en tienda de restaurant en restaurant, supermercados, el puerto, y cuanta cosa empleara gente. Le tirábamos a lo mas raspado posible no crean que nos íbamos a las joyerías, los bancos o las agencias de coches más bien escogíamos algo mas ad hoc a nuestro “low-profile” más bien como cantinas de mala muerte, los supermercados más baratos y los barcos que pareciera que se hundirían pronto, no los que pescaran salmón!
El que busca encuentra y el que persevera alcanza se los digo yo. Los de abajo tienen una ventaja grande… nada que perder, ni siquiera orgullo que salga lastimado o egos heridos, esos son lujos que a veces uno no puede darse, y eso te permite seguir bajando hasta pescar algo grande… o a veces no tanto. Después eso lo aprendes y las cosas ya se resbalan solas, te haces inmune a lo rechazos. Uno de los contratistas nos regresó el mensaje preguntando que si teníamos experiencia y herramientas y obvio no, digo obvio si, digo que no teníamos pero que dijimos que sí. Juan Pablo nada más nos daba largas y parecía ser el más interesado en que consiguiéramos algo, extrañamente nos decía nosotros empezamos pasado mañana a trabajar y ustedes están ya seguros ahí, de hecho los necesitamos pero sálganse toda la tarde a buscar trabajo (después lo entendería)…
Fuimos un día de entrenamiento con ellos al prometido trabajo que después sería nuestro solo para no llegar como gato lampareado con el contractor que nos había citado para el día siguiente. Nos prestaron herramienta y lo más importante nos inspiraron una seguridad inigualable, esa seguridad testaruda que los chilenos suelen tener.
Al otro día, renovados de ilusiones y de incertidumbre nos presentamos a trabajar con puros indios, maorís y chinos o sea lo último en la cadena alimenticia (no porque sean menos que los demás sino porque se comen los restos).
La regué lo admito fue un error, me disculpo, toda mi responsabilidad de nadie más. Me pusieron a cortar unas ramas para ver como lo hacía y sin idea de que hacer corté una rama buena y que me grita el indio culeao y hasta me levanta la mano jajajajaja en cualquier otro momento de mi vida le hubiera regresado un revés a la Bruce Lee, pero ya sin nada que perder preferí conservar el trabajo (y el los dientes) aunque nos cambiaron las tijeras por una bolsa de clips para amarrar las ramas a los alambres por un sueldo desconocido 8 horas y media al día conservamos el trabajo.
-Jarry op jarry op gays jarry op por 8 horas y media al día en el oído fue mi primer empleo en Nueva Zelanda. Cagado de un frio que corta la piel y cala hasta los huesos por el piso escarchado a unos 0 grados. Los pies y manos doliendo insoportablemente. La nariz goteando, el cuello hecho pedazos y los brazos, hombros y espalda completamente molidos fue lo que sacábamos al final de la jornada.
Cuando nos decían que el trabajo era durísimo no exageraban, llegaba no solo física sino psicológicamente destruido a casa pero pues sin nada que perder era todo ganancia. Cuando pensabamos que podríamos con ello no nos equivocamos ya que al fin y al cabo todos sabemos que NO HAY MAL QUE DURE 100 AÑOS… ni cuerpo que lo resista.
Aqui va otra espanyola en Auckland!!
ResponderEliminarTe agrego a la lista de mis blogs, pasate cuando quieras!!
www.siloquiereshazlo.blogspot.com
musiquilla82@hotmail.com
Otro mexicano, pero en Christchurch... buen e interesante blog
ResponderEliminarEspero que no te moleste el atrevimiento, pero sería genial si pudieses aumentar el tamaño de las letras del blog. Hasta el momento, no tengo problemas de vista, pero me estoy quedando ciega... Y es una pena, porque es muy interesante lo que cuentas!!
ResponderEliminarUn saludo y mantennos informados!!