jueves, 25 de junio de 2009

VOLCÁN RANGITOTO

Nueva Zelanda esta justo situada sobre unas de las zonas volcánicas más activas del mundo y se dice que la probabilidad de una erupción de consideración en los próximos 10 años es del 60% lo que quiere decir que con algo de suerte nos toca verla de cerca... o de cenizas!
Mi última visita a los alrededores de Auckland la hice al volcán de Rangitoto. Es la isla mas joven de la región del golfo de Hauraki, con apenas unos 750 años de vida, nació con varias erupciones y se va en ferri en un paseo muy agradable y por un precio muy accesible. El lugar es hermoso, pero puede parecer algo inhóspito ya que el suelo es de roca de lava volcánica, sin embargo se han desarrollado más de 200 especies de árboles y plantas autóctonas incluidos helechos y varias especies de orquídeas, colonias de gaviotas y otros animales; también hay cuevas de lava a las que se puede entrar en zonas casi a gatas y sin verte ni siquiera la palma de la mano y en otras con bastante más espacio y luz. La isla es de vegetación boscosa y se eleva a unos 260 metros en el cráter donde ofrece una vista de 360 grados del centro de Auckland y las islas de los alrededores que es sinceramente sublime.

En este post también me veo obligado a contar una de las más penosas experiencias que he tenido acá. Caminando por uno de los senderos de la isla de pronto vi una cara familiar, era el único leonés que había conocido en Nueva Zelanda que iba acompañado de varias chavas y chavos de León también, si sí justo en el fin del mundo en un sendero de una micro isla-volcán de pronto me encuentro con personas que nacieron en el mismo lugar que yo a miles y miles de kilómetro y pues nos detuvimos para platicar con ellos como me pareció lógico, o sea no es que quisiera sus códigos postales ni sus tallas de brasier ni nada, solo intercambiar unas sonrisas por el gusto de encontrarte tan lejos, por tener algo en común eso era todo, les hablamos y nadie! ni uno solo se detuvo para estrechar la mano o decir un nombre, nos dejaron hablando solos como unos imbéciles, es decir los saludamos y nos dijeron si somos de León y dijimos ¡que gusto nosotros también! y para ese entonces ya iban unos 30 metros más adelante, detesté a los leoneses y mucho. Lo bueno fue que acto seguir nos encontramos con un grupo de españoles, un chileno, un inglés y una alemana que se conocieron en el ferri y a los que nos les unimos para compartir la comida, experiencias y anécdotas, en fin estuvo muy bien y me sentí feliz por no pertenecer a los leoneses malditos. Al final fue un día completito en un lugar muy hermoso o por lo menos eso creía!
Continuará...

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