sábado, 7 de marzo de 2009

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Dos experiencias bizarras

Juro de verdad que en la vida no me ha pasado cosa más bizarra que sentarme a la mesa de esta familia neozelandesa. No sé si por ser neozelandeses o por ser en particular esta familia, da lo mismo. Vaya ritual, aunque nada me ha ayudado tanto para conocerlos como convivir en la mesa con ellos. Ahora entiendo el punto de Dianne (la señora) que me decía nos sentamos todos a la mesa para ser parte de la familia y no solo andar por ahí flotando al rededor de la casa, y de verdad que tiene razón, uno pertenece a una familia o grupo mucho por lo que comparte en la mesa. Y por lo que se comparte en esta mesa creo que soy parte de esta familia ahora, pero pertenezco a otra muy lejana…

El principal argumento para compartir la mesa son pues, los alimentos, cosa más espantosa probé en mi vida… de verdad como no pensé en traer unos taquitos al pastor, o unas tostadas de ceviche, o unas gorditas de chicharrón prensado o aunque fuera algunos chiles en un bote, me cae. Hasta el cereal sabe horrible acá. Mi primera comida fue un sándwich que me hicieron favor de preparar como para irme calentando, sándwich de lechuga con un poco de otra cosa color de enfermedad severa del estómago.

Hoy para la comida o cena o lo que sea, Dinner le dicen pero para mí ni es comida ni es cena porque ya saben que es por ahí de las 7pm, total que era una pasta totalmente desabrida con otra cosa una mezcla de algo parecido a papas con frijoles, hasta pensé: "de aquí soy" NADA ni eran frijoles pero imaginen se veían como una lata frijoles La Sierra refritos pero con un líquido escurriendo desde dentro, como ese líquido que va chorreando el camión de la basura, pero con peor olor y la cubierta esa creo que si era papa, pero se encargaron de echarla a perder con otra cosa yo creo que era como coco rallado, eso sabía como a coladera de baño público. hasta se les antojó verdad?
La verdad es que dejando de lado lo espantoso de esa comida étnica, me he dado cuenta de que Doña Pajarraca controla la vida de todos, solo que unos están más cómodos que otros con eso, como el esposo (Don Deivid le digo) y el hijo mayor Craig. Por otra parte la pobre niña es como la oveja negra a la que todos aprovechan para regañar o el miembro de la familia con quien nadie está de acuerdo… lo más triste de todo es que no puedo para de reír, no por ella, pobre, sino de que todo me parece en verdad muy muy bizarro, casi siento ganas de regañarla también para en verdad compartir la mesa y ser parte de esta familia neozelandesa.

Tuve además otra experiencia bizarra. Después de haber terminado de cenar nos sentamos a ver la tv y el gato se me subió, a lo que a los miembros de la familia les pareció simpático y no tardaron en decirme, ohh! le gustas al gato que bien. Yo lo tomé como un cumplido y no me quedó más remedio que acariciarlo, creo que la aprobación oficial a una familia viene por parte de la mascota. No pude más que pensar, que en casa de mi novia su perra casi me come cada vez que me ve, será cierto ese instinto de los animales?? Ve tú a saber…

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